Blog de viajes Digital Travelers. Relatos y fotografía de viajes: marzo 2009

jueves, 26 de marzo de 2009

Rajastan (India) 2004. Parte 2

Era agosto. En Delhi hacía un calor de mil demonios. Acabábamos de devolver la moto al amigo Lalli y nos encontrábamos cómodamente alojados en nuestro hotelito de siempre en el Paharganj, el Hotel Relax. Pasábamos el rato paseando alegremente por el Main Baaar. Los deliciosos, refrescantes y super vitaminados zumos de los humildes puestecitos eran el reconstituyente perfecto para nuestros maltrechos cuerpos que a duras penas podían arrastrarse por las bulliciosas y caóticas callejuelas. Pensamos que si en Delhi hacía este calor húmedo asfixiante, en el Sur no se podría estar así que decidimos recoger nuestros escasos enseres e irnos con la música a otra parte...
Preparamos un paquete con la ropa de invierno, la de moto, los cascos y alguna cosilla más y lo dejamos a buen recaudo en el hotel para recogerlo después de nuestro periplo por las exóticas y misteriosas tierras de los rajputs.

Cogimos el tren y en dos-tres horitas llegamos a Mathura, primera y única parada antes del Rajastan. Mathura es la ciudad en la que, según la tradición, nacío Krishna y por esta razón es un importante centro de peregrinación hinduista. Una vez al año, durante el cumpleaños del niño dios, miles de peregrinos y sadhus invaden la ciudad para celebrar su nacimiento.
Nos quedamos unos cuatro días mientras mi enfriamiento mejoraba. Tanto cambio del calor del exterior al frío del aire acondicionado que al final la pillé fina...
La ciudad está bien pero lo ideal es visitarla durante el Janmastami y dejarse llevar arrastrado por la masa de gente enfervorizada y en éxtasis hasta los ghats para depositar allí, en el río Yamuna, nuestra ofrenda de flores.

Jaipur, capital del estado, fue la primera ciudad del Rajastan que visitamos. Nos acomodamos en un hotelito precioso aunque algo alejado de la ciudad vieja en una amplísima y bien decorada doble con baño. Lo mejor del hotel era la terraza que tenía en la azotea. Allí estaba ubicado el restaurante el cual, gracias a este privilegio, gozaba de unas vistas fantásticas de la ciudad.
Cuando llegamos y nos registramos en recepción entablamos conversación con el dueño que andaba por allí dando órdenes a diestro y siniestro. Entre bromas y risas nos comentó que estaban esperando como agua de Mayo (nunca mejor dicho) la llegada del monzón. Sebastián le dijo que nuestra llegada traería suerte y que estaba seguro de que no nos iríamos de la ciudad sin sentir cómo el ansiado monzón nos refrescaba y alegraba a todos.

Enseguida de habernos instalado y después de una larga y relajante ducha nos lanzamos a las calles. Cogimos un motoricksaw que nos llevó justo hasta la ciudad vieja popularmente conocida como la ciudad rosa por el color de todas sus edificaciones.
Está rodeada de una muralla almenada a la manera de las Medinas de las ciudades árabes y abarrotada de bazares donde puedes adquirir todo tipo de artículos artesanos. Lo mejor es empezar a pasear, perderte entre la gente y hacer caso omiso a las insistentes llamadas de los comerciantes para que entres a su establecimiento y compres. No merece la pena cabrearse por el tema porque lo único que logras es no disfrutar y no vas a lograr que cambien su arraigada forma de trabajar... En los bazares puedes encontrar de todo: telas (saris) lujosas y delicadas, piedras preciosas y semipreciosas (ojo con esto, hay que entender), colchas, cerámica, pinturas...

La visita estrella de Jaipur es el Palacio de los Vientos pero también se pueden visitar el Palacio de la ciudad donde se encuentra la archifotografiada puerta del Pavo Real, el Jantar Mantar (observatorio astronómico), la fortaleza de Nahargarh y los cenotafios de la familia real.

En Jaipur te puedes pasar tranquilamente tres o cuatro días llenos de actividades.

Desde Jaipur cogimos un motoricksaw para poder pasar el día en el imponente palacio de Amber. Puedes darte un paseo en elefante si te hace ilusión, nosotros decidimos pasar y hacerlo todo a pie. Fue un día memorable, de esos que nunca se olvidan. Nosotros fotografiábamos a los indios y ellos nos fotografiában a nosotros (aunque a escondidas). Estaba lleno de turistas no sólo occidentales sino también indios, pero había suficiente espacio para poder disfrutar todos sin molestarnos.

En nuestro hotel de Jaipur conocimos a una pareja de españoles de Madrid super majetones con los que compartimos cenas, desayunos y charlas muy pero que muy interesantes. Fue un punto más para salir encantados con esta alocada ciudad india. El colofón de toda la fiesta fue cuando, al cuarto día de estancia, comenzó a llover. El monzón ya estaba aquí y todo lo que traía consigo se puede resumir en una palabra: felicidad.
Continuará...

Rajastan (India) 2004. Parte 1