Blog de viajes Digital Travelers. Relatos y fotografía de viajes: India en moto (2004). Parte 5

lunes, 15 de diciembre de 2008

India en moto (2004). Parte 5

Nos despedimos de Leh muy prontito por la mañana. Teníamos intención de pasar la primera noche en los campamentos de Sarchu y eso significaba tener que cabalgar a buen ritmo un montón de horas... Desayunamos fuerte, cargamos todo el equipaje en la moto, nos despedimos de la gente del hotelito y nos dejamos llevar embriagados por la emoción de estar de nuevo "on the road" como decía el amigo Kerouak.

Esta vez teníamos el cuerpo más relajado que cuando partimos de Manali hace ya unas semanas. Principalmente porque ya no éramos novatos en esta ruta y sabíamos lo que nos íbamos a encontrar... Aunque seguíamos sintiendo el gusanillo que todos llevamos dentro... Estaba revolucionado y excitado por la emoción así que no paraba de saltar en nuestro interior... ¿A qué viene ese revuelo? Tranqui, disfruta que está todo controlado, le decía yo...

Comenzamos la andadura y la primera sorpresa llegó a media subida de la cumbre del Taglang La. Empecé a sentir cómo se me empezaban a dormir las manos. Eran los primeros signos del odioso mal de altura... se lo comenté a Sebastián y me preguntó ¿te has tomado la aspirina antes de salir? ¡ups¡ se me había olvidado... apretamos la marcha por la empinada ladera mientras el hormigeo continuaba avanzando implacable... llegé a tener los brazos dormidos hasta la altura del codo. No los sentía. Qué sensación tan horrible y más para una persona tan hipocondríaca como yo ... Cuando hicimos cumbre y empezamos a bajar, los efectos del mal se fueron disipando prograsivamente hasta desaparecer completamente.

Un consejo, antes de atravesar esta zona es muy recomendable tomarse una aspirina por la mañana antes de salir. Sólo el día que no lo hice supe del llamado "mal de altura"... y vaya si es malo ja,ja.

El camino continuaba bajando por unos precipicios que parecían no tener fin. Disfrutábamos de la bajada fundiéndonos con el paisaje y preguntándonos qué habría sido de los conductores y ocupantes del
montón de camiones y autobuses que nos encontrábamos todos chafados despúes de haberse precipitado casi hasta el fondo del abismo...

Después del Taglang La llegó una enorme y bella planicie con prados de color verde casi fosforescente habitada por los nómadas Khampas que traen aquí sus rebaños para que pasten. La carretera estaba en buenas condiciones y el paisaje era hermosísimo. Muy distinto a lo que nos imaginamos cuando pensamos en un "paisaje de montaña". Pusimos la moto a velocidad de autopista (70/80 km /h) y avanzamos a todo trapo por el remoto valle.

Todo era demasiado hermoso para ser cierto ja,ja....y ocurrió lo que tenía que ocurrir. Las buenas condiciones de la carretera, lo indescriptible de los paisajes y la felicidad que nos invadía por estar en uno de los sitios más soñados nos hicieron perder la concentración en la carretera y catacrashhhhh... habíamos saltado el pequeño curso de un torrente seco que atravesaba la carretera y, aunque no nos caímos, el chasquido proviniente de la rueda trasera presagiaba lo peor: habíamos roto 8 radios.......

Después de revisar la moto nos dimos cuenta de la gravedad del problema además de de la suerte que habíamos tenido.

El curso seco del torrente tendría unos 10 metros de ancho por otros tantos de profundidad y habíamos literalmente volado de un lado al otro del mismo. La reparación era imposible en medio del paramo con las herramientas que disponíamos en ese momento y cuando ya nos veíamos pasando la noche junto a la moto al lado de la carretera como habíamos visto hacer a tantos y tantos conductores de la India, la suerte nuevamente nos sonrió. A lo lejos se divisaba un convoy de vehículos en direccion a Pang. Eran un grupo de turistas de Israel que muy amablemente accedieron a llevar a Raquel y la mayoría de nuestro equipaje con ellos. Por mi parte, después de bastantes horas de espera, conseguí cargar la moto en un camión para que me llevara hasta un "taller mecánico". Nunca dejará de sorprenderme la habilidad de estas gentes para realizar "reparaciones". Los radios de que disponíamos eran de la rueda delantera que son... más largos que los de la rueda trasera por lo que tuvimos que cortarlos uno a uno y adaptarlos. La noche se nos había echado encima cuando terminamos la reparación. Al fin pudimos reunirnos entorno a una chimenea con Raquel y las gentes que tan bien nos habían acogido disfrutando todos juntos de unos sabrosos platos a base de sopa y arroz............

Pegaba saltos de alegría cuando ví que la caravana de turistas paraba delante de nosotros. Explicamos lo que había ocurrido y enseguida encontraron un sitio para mí en uno de los flamantes todoterrenos mientras distribuían nuestros bultos en diferentes vehículos ya que no cabían todos en uno solo.
La caravana arrancó dirección Pang. Me sentía muy contenta de haber topado con esta gente tan enrrollada pero muy triste de que Sebastián no se encontrara conmigo...
Por el camino me bombardearon con las clásicas preguntas que hacen los turistas a los viajeros y también hubo tiempo para hablar de uno de los temas más comunes de tratar cuando dices que eres española, a saber, de futbol en general y del Real Madrid en particular... futbol, cómo no!
Paramos un par de veces para que la gente sacara las foticos de turno y escuchara las explicaciones del guía. Era mi primer viaje organizado y estaba entretenida observando como se desarrollaba la cosa esta de viajar en un grupo...
Llegamos todos a Pang, me bajaron mis cosas, me invitaron a comer con ellos, les dije que no que ya nos habían ayudado demasiado pero que de todas formas muchísimas gracias. En esto que aparece Sebastián. También les dio las gracias por todo y nos fuimos a comer a una de las tiendas familiares que se montan en verano por estos lares para hacer las veces de "hotel". Más tarde me enteré que son de familias que viven en invierno en la zona de Leh y en verano, cuando se abren las carreteras, montan sus tiendas temporales aquí en Pang para ganarse el sustento dando cobijo y comida a los viajeros que atraviesan estas inhóspitas tierras.
Después de comer Sebastián partió en busca y captura de la moto y con la misión de arreglar el desaguisado que la puñetera torrentera nos había causado. Yo me quedé con la familia que regentaba la tienda en la que habíamos comido. Antes de partir, Sebastián le había dicho a la señora "tú mama de ella", la señora lo entendió al instante.

No hablaban ni una palabra de inglés pero con gestos, sonrisas y risas nos entendíamos a la perfección. Me sentía muy a gusto con ellos pero mi cabeza estaba con Sebastián y la moto averiada... Miraba el reloj una y otra vez, fumaba, bebía te, me reía con la gente que estaba muy excitada por mi presencia, sobretodo los niños y los jóvenes. En una de estas aparecieron un grupo de hombres todos sucios y con la cara negra. Eran un grupo de hombres de los que se encargaban de arreglar las carreteras que el agua proviniente de los deshielos arrasa cada año. Se pusieron todos juntos en un rincón y pidieron alcohol. Yo me empecé a sentir incómoda ya que temía de la reacción de estos toscos hombres después de los efectos del alcohol... Al cabo de unos minutos la señora les dijo que ya no había más bebida y que se fueran. ¿Se percató de mi incomodidad, se sintió incómoda ella también o las dos cosas? Creo que fueron las dos cosas. Cuando se fueron nos miramos y nos entendimos yo dije "no good" y ella lo repitió seguidamente mientras agitaba su cabeza. Las dos hicimos !uf¡ y nos reimos como producto de la tensión acumulada. No importa de dónde seas ni qué idioma hables. El lenguaje de los sentimientos es universal, sobre todo si eres mujer.

Salí un rato fuera a tomar el sol y apareció un chavalito de unos 17 años o así. Se acercó a mí y se puso a hablar conmigo... en inglés. Hombre, una persona para hablar y pasar el rato, pensé yo. Nos pusimos a hablar y hablar y fue una de las experiencias más bonitas que he tenido. Me contó de su vida, me preguntó de la mía, me presentó a otras chicas de su edad y hacía de intérprete entre todos... fue genial, genial. Reímos como niños contagiados por la alegría que estos emanan. El tiempo iba pasando y Sebastián no aparecía. Ya casi iba a anochecer y ni rastro de él... Cuando oía un ruido de motor salía corriendo a ver si era él que ya venía con la moto, pero no era... Al final, cuando ya estaba de noche ciega se oyó un ruido a lo lejos y la señora me miró y me dijo algo que no entendí pero que comprendí al instante: ¡ya venía!. Salí a su encuentro corriendo como una flecha y dando saltos y nos fundimos en un intenso beso...

No venía sólo, traía compañía. Era el camionero que le había ayudado.
Todos juntos cenamos de maravilla. Los nuevos amigos que había hecho durante el día se sumaron a la fiesta. Dormimos en la tienda y por la mañana temprano, después de desayunar copiosamente y hacer los últimos arreglos en la moto partimos hacia Sarchu.

Fuimos tranquilos todo el camino porque no había demasiados kilómetros y ya estábamos escarmentados del día anterior.
Tuvimos que atravesar algún que otro río que cruzaba la carretera pero ésta vez nos encontramos con una furgoneta que llevaba gente y unos monjes que viajaban en ella me invitaron a subirme con ellos y cruzar en la furgo así que, esta vez, no tuve que meter los pies en las heladas aguas. Sebastián, por su parte, cruzó en la moto como buenamente pudo.
Al fin pudimos descansar en Sarchu, estábamos exhaustos. La moto también empezaba a dar signos de agotamiento. No funcionaba el cuenta kilómetros y tuvimos que parar a arreglar el claxon que se había caído...

Retomamos el camino con la intención de dormir en Keylong. Parecía que los radios hechos a medida que habíamos colocado en la rueda trasera iban bien y rodamos sin contratiempos hasta el pueblo de Keylong recordando los impactantes paisajes que ya habíamos atravesado hace algunas semanas. Cogimos habitación en el mismo hotelito de la ida y comimos como glotones. Teníamos que reponer un montón de energías... Nos encontramos con una pareja de alemanes que casualmente yo había visto en un documental de viajes. Tenían una empresa dedicada a organizar viajes en moto Enfield por estas tierras. Llevaban un grupito de unos 6 moteros y ellos dos. Los equipajes y todos los repuestos y herramientas los llevaban en un todoterreno. Interesante negocio. Departimos con ellos sobre las incidencias de nuestros respectivos viajes.

Continuamos nuestro camino con ganas de llegar ya a Manali. Notábamos la moto cansada. En este trayecto llegamos a perder por el camino el tubo de escape... Así que cuando entramos en la ciudad sonábamos como un avión. Todo el mundo se giraba a nuestro paso... Después de esta entrada triunfal, nos alojamos en nuestro hotelito, deshicimos nuestro equipaje y llevamos la moto a "un taller" para Enfields. Durante la estancia en Manali planeamos qué hacer después. Queríamos ir al Rajastan pero ¿devolvemos la moto ya y cogemos las mochilas o continuamos cabalgando la Enfield? Había que barajar pros y contras y decidir...continuará

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